Emociones que ciegan a la razón

Mientras conducía, no dejaba de pensar que lo que estaba haciendo no estaba bien, no era correcto, era una locura, un sin sentido, algo impulsivo que emanaba de su interior y que le hacía no poder evitar desear que llegase el momento de encontrarse con él.

Su mente no dejaba de buscar explicaciones sobre lo que le pasaba, intentaba entenderse a si misma, quizás muchos años de matrimonio, demasiada presión, demasiada responsabilidad, demasiada rutina diaria, quizás siempre las mismas tareas, sin tiempo para ella misma, mucho tiempo sin sentir lo que deseaba sentir. Hasta que sin avisar apareció esa ilusión, ese rostro desconocido, misterioso, ese deseo carnal que llegó a su vida como un soplo de aire fresco que iluminaba su rostro y alegraba su despertar cada mañana.

A partir de ese momento su teléfono móvil se convirtió en una válvula de escape de su rutina, no dejaba de mirarlo a cada instante, esperando ese mensaje que le sacara una sonrisa, esa foto que hacía volar su imaginación, esa voz que le hacía sentir escalofríos aún siendo verano, eso que le mantenía despierta por dentro, ….

Desde hace unas semanas estar en casa le ponía de mal humor, quizás se había obsesionado demasiado y su mente ya no estaba centrada en su matrimonio, cualquier pequeño detalle suponía enojarse con su pareja, no aguantaba estar a su lado, dormir con él….el sentido de culpa era intenso y había entrado en un estado de confusión mental de consecuencias imprevisibles.

Su vehículo llegó al lugar de destino, paró el coche y cerró sus ojos un instante, sentía que estaba donde quería estar pero no donde debía estar……abrió la puerta y se dejó llevar…..

Óscar Cebollero

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