Cómo cada mañana

Él, como cada mañana, salía de casa dibujando en su rostro esa dulce sonrisa que sólo los ángeles pueden ofrecer.

Durante el trayecto en el autobús, como cada mañana, no dejaba de observar esas caras desconocidas que se encontraba a su paso y a las que através del cristal seguía con la mirada durante un instante hasta que desaparecían de su vista.

Al llegar al hospital, como cada mañana, depositaba sus pinturas enfrente del espejo y comenzaba su ritual.

En su rostro reflejado podía ver su mágica transformación, durante apenas unas horas dejaba de ser Carlos y se transformaba en Flori.

Con él, regresan la alegría, la ilusión, las caras de sorpresa, las sonrisas infinitas, la luz del alma…. y el dolor, la pena, la tristeza y la enfermedad se desvanecen como un azucarillo en un café, pero sólo durante unas horas…..cómo cada mañana.

Óscar Cebollero

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